No, no se siente que algo encima de ti te aplasta, es una pesadez que viene de adentro. Algo diminuto y apenas perceptible como un átomo empieza a crecer en tu pecho, va expandiéndose lentamente y de manera radial por todo tu cuerpo, simultáneamente el peso se va haciendo mayor mientras se extiende, hasta que ya no puedes moverte cuando llega a las puntas de tus dedos. Nada te aplasta hundiéndote en el colchón, no son los músculos o ninguna terminación nerviosa que falla, eres tú que se ha transformado en plomo y se ha sumergido por completo en una densa y oscura confusión. Permaneces con los ojos abiertos, a veces cerrados pero despierto, tanto que puedes ver a través de tus párpados. Incontables pensamientos se generan, se estrellan, revientan, y recuerdas otros más del día anterior, y del día anterior a ese, hace que el tiempo se desdibuje, obligándote a perderte en el. No se sabe si llevas segundos así o si son horas. De la nada se levanta el hechizo, como una luz que se enci...
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