La mesera le dijo que ya no le podía servir más, entonces enfadado sacó unos billetes arrugados y los tiró de mala gana encima de la mesa. Intentó caminar derecho, pero fracasó. Era como si caminara sobre la cubierta de un barco que atraviesa una feroz marejada; se iba tambaleando de un lado a otro. Su vista nublada solo le permitía ver manchas de luz que se desparramaban, dejando colores y sombras que se escurrían y cambiaban de intensidad. Habiendo estado en ese bar cientos de veces, sabía hacia cual dirección caminar. Ya cerca de la salida reconoció un grandísimo roble sobre la banqueta, donde siempre se resguardaba a fumar. Bajo el árbol había una macetera circular en forma de banca que rodeaba el tronco, se dejó caer con fuerza y por poco se iba de paso. Intentó sacar el teléfono de su bolsillo izquierdo, después de forcejear con su pantalón y su mano que se atoraba en el bolsillo sacó el celular, se lo llevo a unos cuantos centímetros de la cara y entrecerrando los ojos bus...
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