¿Qué me hace creer en el amor?
Hace unos días una amiga psicóloga hizo esa pregunta en redes sociales y me hizo cuestionar mi actual situación.
La última desilusión amorosa que tuve me destruyó casi por completo, me dejó herido de muerte, desangrando y atascado en el fondo de algún túnel sombrío; por muchísimo tiempo desde ese rincón no se veía ninguna señal de luz, y sinceramente no tenía ganas de salir de ahí.
Perdí la fe en el amor, perdí la fe en las mujeres, en las relaciones, perdí mi autoestima y también las ganas de estar vivo; creo firmemente que mis hijos me mantuvieron a flote. Dejé de comer y no podía dormir, por las noches sudaba frío y en las mañanas me levantaba empapado. Me acababa de mudar a una ciudad nueva, me encontraba en proceso de buscar trabajo, de no tener nada ni a nadie. Cuando logré aterrizar un empleo no podía concentrarme y encima de la depresión, comencé a sufrir una espantosa ansiedad que terminaba con ataques de pánico, conmigo en llanto, temblando y sintiendo además de la infinita tristeza, un miedo completamente irracional.
Para poder reintroducirme a la sociedad y cumplir con mis responsabilidades del día a día tuve que acudir al psicólogo; después de seis meses de muchas sesiones, terapia, pruebas varias y un diagnóstico decisivo por fin fui referido al psiquiatra. Con el nuevo tratamiento pude volver a dormir sin la necesidad de la embriaguez desmesurada o de ejercitarme hasta el agotamiento. Continué con las sesiones. Entendí por qué me dolía tanto, la raíz del problema. Descubrí que fue una combinación de varios factores, desde experiencias en mi infancia, mi matrimonio fracasado, la decisión de salirme del pueblo y separarme físicamente de mis hijos, la inestabilidad económica, hasta los últimos conflictos que había tenido en mi trabajo anterior. Todo se fue acumulando hasta formar una letal bomba.
Admito que fui de esas personas que no sabían estar solas, brincaba de una relación a otra de manera inconsciente y casi automática sin nada de tiempo de por medio. No tenía dificultad para encontrar el amor. Así que al salir de mi último noviazgo de manera natural me pasó por la mente buscar a alguien (posiblemente con la intención de que un clavo saque a otro clavo). Bajé las clásicas aplicaciones, hice match con una que otra persona, y empecé a salir en citas. Si bien me ilusionaba pronto, con mayor rapidez perdía el interés. A mis citas les encontraba muchas “red flags”, muchos “defectos”, muchos “peros”. Mi psicólogo me dijo que posiblemente me estaba protegiendo, que me diera la oportunidad de abrirme. Lo intentaba y no se lograba. Me di por vencido. Me enfoqué en mí. Poco a poco fui perdiendo la urgencia de estar con alguien, fui olvidando, y me fui encontrando a mi mismo. Al principio fue muy difícil, seguía pensando en mi expareja, me atormentaba sobre-pensar las cosas, el pasado, el futuro que nunca fue, lo cuestionaba todo, vivía envuelto en un eterno “hubiera” y sentía mucha culpa por que acepto que tuve mis defectos.
Suena como un cliché, pero en verdad el tiempo lo cura todo, encontré actividades nuevas, retomé otras que había dejado de hacer por poner siempre a otras personas por encima de mis necesidades o satisfacciones. Hice amigos en mi empleo nuevo y reconecté con viejas amistades de por acá. Viajé un poco. Salí con dos o tres chicas con las que tenía cosas en común, guapas, seres bellos por dentro y por fuera, inteligentes, interesantes, independientes, pero que al final nuestras metas separaban nuestros caminos. Aprendí a aceptar las cosas, a decir adiós y continuar con mi vida.
Estos casi tres años me han pegado una buena sacudida. Sinceramente puedo decir que soy feliz y que mi felicidad no depende de nadie, solamente de mí. Hoy me conozco más, comprendo mis limites, y he aprendido a escuchar y a hacerle caso a mi intuición; la cual me ha evitado ratos amargos y situaciones incómodas que se pudieron haber presentado si hubiera actuado de manera impulsiva como lo hacía antes.
Entonces ¿Qué me hace creer en el amor? Madurar es comprender el amor. Madurar es entender cómo funcionan las relaciones de adulto. Uno puede madurar por medio de experiencias de vida propias y de mis seres queridos. Madurar es aceptar la realidad. Madurar es no idealizar. Madurar es ser sincero con los demás y contigo mismo. Madurar es amar sanamente. Al final de cuentas creo en el amor por que creo en mí mismo, por que, así como yo puedo madurar, sanar y poder amar nuevamente yo se que habrá más personas igual. El amor no se busca, pero sí se puede evitar; aunque esa no es una vida plena. El amor tarde o temprano llega, de mil maneras; pero si no llega un amor romántico o de pareja no pasa nada, he llenado mi vida con mucho amor hacia mis hijos, hacia mi persona, hacia mis seres queridos, hacia mi proyecto de vida. Yo se que me falta involucrarme más con la comunidad, está en mis planes participar y apoyar. He aprendido a disfrutar todo lo que el universo me brinde y si tengo con quien compartirlo pues bien y si no, pues también.
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